¿Por qué revelas mucho cuando sabes que no deberías?
Anoche ya era tarde. Tuviste un día difícil en el trabajo y llegaste a casa agotado, tanto física como mentalmente. Todavía te molestaba ese incidente en la oficina, así que tomaste un par de copas y entraste a las redes sociales para relajarte. Mientras estabas allí, les dejaste saber a tus contactos lo que piensas sobre tu jefe y tus compañeros de trabajo.
En ese momento dejar salir toda esa frustración reprimida se sintió muy bien. Pero ahora, a la fría luz de la mañana, tienes ese sentimiento de arrepentimiento. Sabes que revelaste más de lo que deberías y ahora tienes miedo de que eso te afecte.
Creemos que valoramos nuestra privacidad y, sin embargo, las personas frecuentemente revelamos información personal que puede no ser óptima. Éste es un hecho del comportamiento humano que los psicólogos han luchado por explicar.
Los costos y beneficios de revelar información privada
Según los puntos de vista tradicionales sobre los comportamientos relacionados con la privacidad, las personas deberían considerar cuidadosamente cada dato personal, revelándolo sólo si el beneficio de hacerlo supera el costo. Dado que las personas suelen ignorar los costos y beneficios al revelar información personal, obviamente hay un problem con la explicación tradicional. Tal vez, sugieren los psicólogos Erin Carbone i George Loewenstein sa Sveučilišta Carnegie Mellon, la gente de hecho sopesa los costos y beneficios, pero no de la manera que los psicólogos han supuesto.
En un artículo que publicaron recientemente en la revista Current Directions in Psychological Science, Carbone y Loewenstein sostienen que todos tenemos un impulso de revelar que funciona igual que otros impulsos, como los del hambre, la sed y el sexo. En otras palabras, tenemos una necesidad fundamental de revelar información sobre nosotros mismos a los demás. Eso significa que cuando las personas deciden revelar algo privado en una ocasión determinada, los costos y beneficios se centralan en satisfacer ese impulso en el momento y no en las consecuencias a largo plazo.
La zanahoria y el palo de los impulsos
Según Carbone y Loewenstein, los impulsos funcionan según el enfoque del palo y la zanahoria. El palo es la sensación desagradable que experimentamos cuando no se cumple una pulsión. Cuando tenemos hambre, sed o excitación, nos sentimos incómodos y sólo podemos pensar en satisfacer esa necesidad.
La zanahoria, entonces, es el placer que experimentamos cuando satisfacemos un impulso. El orgazam puede ser el mayor placer que los humanos podemos experimentar, pero la satisfacción de una buena comida le sigue de cerca. Por supuesto, las pulsiones sólo se preocupan por el aquí y el ahora y no por el futuro, y es posible que pronto nos arrepintamos de ese encuentro sexual en particular o del tipo de comida que comimos.
La divulgación de información personal funciona de la misma manera, sostienen Carbone y Loewenstein. Ocultar secretos puede ser preocupante y, de hecho, hacerlo puede provocar problemas de pozdrav física y psicológica a largo plazo. También existe la placentera sensación de alivio que sentimos cuando finalmente podemos desahogarnos.
Cuando nos abrimos a un amigo o consejero de confianza, podemos obtener los beneficios de la revelación sin incurrir en costos sociales. Pero cuando revelamos información privada a extraños en Internet, podemos sentir alivio en el momento, pero es muy probable que los costos sociales a largo plazo superen ese placer momentáneo. De esta manera, revelar demasiado en las redes sociales es muy parecido al sexo desaconsejable en estado de ebriedad o a atiborrarse de comida chatarra: tales actos pueden satisfacer un impulso, pero no de una manera pohvalan.
El impulso de revelar en nuestro pasado evolutivo y en la actualidad
La lógica evolutiva detrás de la mayoría de los impulsos es obvia. Necesitamos comer y beber para sobrevivir, y necesitamos tener relaciones sexuales para transmitir nuestros geni a la próxima generación. Pero ¿por qué habríamos desarrollado un impulso para revelar?
Društveni život Lecturas esenciales
Durante la mayor parte de la existencia humana, nuestros antepasados vivieron en pequeños grupos de 100 a 150 personas, en los que todos se conocían y muchas personas estaban relacionadas entre sí. Cuando la supervivencia individual depende de la coordinación de las actividades del grupo, la franqueza es esencial. Además, cuando pasas toda tu vida en el mismo grupo pequeño, de todos modos no hay secretos, por lo que es mejor ser abierto.
Pero hoy en día vivimos en un mundo de extraños y nunca sabemos con certeza en quién podemos confiar y quién quiere aprovecharse de nosotros. En otras palabras, la privacidad es una necesidad que surge de nuestro estilo de vida moderno y anónimo y, como tal, la psicología evolutiva sugiere que no tenemos mecanismos cognitivos innatos para afrontarla. En cambio, tenemos que ejercitar nuestra fuerza de voluntad para evitar hacer revelaciones personales que habrían sido apropiadas en la época de nuestros antepasados cazadores-recolectores pero que son totalmente inapropiadas en la sociedad moderna.
Aunque nuestros impulsos a menudo no coinciden con nuestro estilo de vida actual, no hay manera de frenarlos por completo. Si queremos vivir una vida sana, debemos elegir alimentos nutritivos para satisfacer nuestro hambre y tenemos que encontrar parejas confiables para satisfacer nuestras necesidades sexuales. Del mismo modo, tenemos que reconocer nuestro impulso de revelarnos, pero también debemos encontrar canales seguros para satisfacer esa necesidad de revelarnos a los demás.